LIBROS
White, Steven F. Arando
el aire: La ecología en la poesía y la música de Nicaragua. Managua, Nicaragua: 400 elefantes, 2011.
A
Steven F. White se le conoce como a uno de los más destacados difusores de la
literatura latinoamericana, caribeña y centroamericana. Su crítica literaria,
sus traducciones y compilaciones antológicas, publicadas tanto en idioma inglés
como en lengua española, han marcado un hito en el mundo académico. Arando
el aire no es la excepción. En este enjundioso volumen de 638 páginas,
White analiza la obra poética de alrededor de una veintena de poetas
nicaragüenses desde el marco teórico que provee la ecocrítica. Su labor es
heurística, puesto que su finalidad, como bien indica el autor: “Se origina en
la hipótesis de que deben existir métodos para reflexionar sobre nuestra forma
de vivir en el mundo” (35).
Así, White va develando los ideologemas, símbolos,
códigos y discursos de lo ecológico que reverberan en la poesía de Rubén Darío,
Salomón de la Selva, Joaquín Pasos, Claribel Alegría, Ernesto Cardenal,
Gioconda Belli, Esthela Calderón, Rosario Murillo y Carlos Mejía Godoy, por
mencionar sólo algunos.
De esta manera, la poesía de Darío revela que “los
atisbos darianos del pensamiento ecocrítico están animados por su esfuerzo de
demostrar lazos afectivos con un lugar, de revelar un paisaje invisible por
medio de un animismo de origen indígena, de realizarse como un ser más completo
a través de todas las especies” (66).
Mientras que en su análisis del poema “El
Jenísero” de Pablo Antonio Cuadra, White recurre a las citas que el
afamado poeta nicaragüense integra en su texto, procedentes de “La agricultura
de la zona tórrida” del venezolano Andrés Bello. Este intertexto poético de
Bello en el poema de Cuadra, que White ve con justicia como el antecedente del Canto
general de Pablo Neruda, conecta el ecopaisaje con la tradición oral de los
pueblos indígenas de la América Latina. Cuadra, alerta White, “quiere seguir la
antigua Songline de una región, cantando como chamán y también
escuchando el canto de la creación del mundo” (222).
En el caso de Carlos
Martínez Rivas, en su poema “Parte sobre el pájaro llamado ‘Sargento’ y su
estrategia,” el canto de esta ave de curioso nombre popular conduce al lector
“a una epifanía ante la cual somos transformados y no podemos comportarnos de
la misma manera que antes” (277). Es decir, que para White la palabra de
Martínez Rivas acarrea un poder trasformacional, capaz de llevarnos a una toma
de consciencia y a una reconfiguración de nuestro mundo.
En el capítulo
dedicado a Rosario Murillo, White señala cómo la poesía de ésta es un reflejo
de la filosofía Náhuatl. De esta manera, el colibrí se convierte en el símbolo
de la memoria y, por ende, de la permanencia. De igual forma, Murillo destaca
la sacralidad del cuerpo femenino que “compara con los antiguos códices
sagrados y todo su poderoso conocimiento mitohistórico que documenta la
existencia de una cultura escrita en las Américas que muchos han querido
menospreciar en relación con Europa” (431). Es decir, que lo femenino se
inscribe como el sustrato residual, que arranca de las varias esferas de la
tierra, para potenciar el devenir de la historia humana.
Finalmente, en Arando
el aire, Steven F. White abre cauce a nuevas posibilidades hermenéuticas y
heurísticas de la poesía de Nicaragua y echa mano de la ecocrítica como
herramienta teórica. Pero, al mismo tiempo, invita a mirar esta poesía anclada
en la naturaleza como el fertilizante indispensable de la humana conciencia y
de la praxis social.
Publicado en Letras Salvajes 10
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